Una multitud que espera expectante en las puertas del Cabildo, aquel 25 de Mayo de 1810, es una de las imágenes que todos recordamos de la época escolar. Y desde que tenemos uso de razón, la celebración patria, teñida de abundante celeste y blanco, congregó siempre cada año cientos y miles de personas. Hasta ayer.
El 210 aniversario de la Revolución de Mayo pasó en Tucumán con apenas unos actos reducidos en el marco del aislamiento social preventivo y obligatorio por la pandemia de coronavirus.
Con una plaza Independencia cercada y en plena remodelación, el izamiento de la Bandera se mudó al Liceo Militar General Aráoz de La Madrid, con barbijo y distanciamiento social de por medio.
“Atípico” fue el adjetivo que empleó el gobernador Juan Manzur para definir este 25 de Mayo. No hubo chocolate caliente para pelearle al frío del amanecer y selfies con la militancia. Tampoco quién reparta escarapelas ni a quién repartir, porque los funcionarios públicos y los friolentos abanderados escolares se quedaron en sus casas. “Nunca hubiéramos pensando en un 25 de mayo así”, insistió el mandatario ante la prensa. Pero entre tantos planes alterados por el virus, hay uno que Manzur no quiso dejar de cumplir: su participación en el solemne Tedeum, a cargo del arzobispo Carlos Sánchez.
Una decena de policías custodiaban de manera celosa cada una de las esquinas del principal paseo público. Minutos antes de las 11, apoyado en el poste de 24 de Septiembre y 9 de Julio y con un sol que ya calentaba y golpeaba en la cara, Jorge Washington González aguardaba que el gobernador caminara rumbo a la Catedral para poder saludarlo. “Me gusta el Gobierno que está haciendo, sobre todo lo que es a nivel sanidad”, dijo el abogado, que también defendió la administración del presidente Alberto Fernández. “Primero la salud y después la economía. Ya veremos cuándo nos vamos acomodar, pero primero nos salvemos”, reflexionó.
Diez minutos después de las 11, Manzur bajó la escalinata de la engalanada Casa de Gobierno junto a su esposa, Sandra Mattar: él con banda y bastón de mando en sus manos, ella con vestido largo y un saquito negro, y ambos con barbijo. Manteniendo una distancia importante con los custodios y la prensa, se dirigieron a pie hasta la Catedral. A diferencia de otros años, no hubo amontonamientos, banderitas sacudiéndose en el aire ni saludos a quién repartir -excepto a González, claro-. Sólo un perro callejero de pelaje amarillento los acompañó parte del trayecto hasta el templo.
En el interior se dispusieron sólo dos asientos (se retiraron todos los bancos) y Sánchez ofició una homilía exclusivamente para el gobernador y su esposa. En esta ocasión, la prensa se quedó afuera y la ceremonia no se transmitió por la televisión abierta sino a través de la cuenta de Facebook de la Catedral. A diferencia de otros años, no hubo autoridades municipales, legislativas ni militares. Fue un Tedeum atípico, como toda la celebración patria de este año.